El montón de escombros de Haniel, que en su día era una reliquia de desechos mineros, se ha convertido en un lugar icónico fuera de lo común. En la parte superior, el Instalación "Totems" del escultor vasco Agustín Ibarrola: un fascinante encuentro entre arte e historia que ha encontrado aquí su hogar. Estos coloridos tótems, hechos a partir de tablones de ferrocarril, rompen con la masa y abren una nueva perspectiva sobre la historia industrial.
El Haniel Halde no es sólo un escenario de espectaculares puestas de sol. Quien quiera probar nuevas rutas también las encontrará. Camino de las Brasas, un camino de especial poder metafórico. El viento lleva las historias de la gente y de la tierra, mientras las líneas del ferrocarril permanecen en silenciosa paciencia.
Para los aventureros que disfrutan experimentando su entorno desde nuevas perspectivas, Haniel es un patio de recreo de posibilidades. La mezcla del pasado industrial y su transformación artística hace del escombrero un necesario para aquellos que quieran navegar más allá de las rutas de viaje convencionales.
Una visita al yacimiento de escombros de Haniel no es una excursión común. Es una invitación a redescubrir una región que despliega su encanto a pesar de todo conformismo. Aquí es donde se manifiesta el credo de los Expeditivos: "Los límites están para ser cruzados" - y Haniel no ofrece límites, solo horizontes.